Vistas de página en total

lunes, 25 de marzo de 2024

Estupidez muy peligrosa

 

Estupidez muy peligrosa


 

Todos sabemos que Mary Shelley creó un personaje con una ciencia que no existía ni existe, se le disculpa por la época, pero ver Pobres criaturas, y semejantes disparates. Tremendos actores sosteniendo lo insostenible, que despilfarro en una trama tan estúpida.

Y, si se refieren a un supuesto mensaje feminista, ¿cuál sería? Que únicamente te queda suicidarte porque -ella muere- y solo se puede salvar tu feto, aunque no veo muchos médicos que resuciten cuerpos y puedan salvar a tu bebé colocándote su cerebro.

Y lo otro: para mantenerte, si te gusta el sexo -sin poder elegir, con tipos que vomitarías de solo tener cerca-, podés prostituirte o tener un amante solvente o en el mejor de las situaciones: heredar del médico que te salvó siendo un feto. (Porque para estudiar medicina, y costear la carrera… como se indica quiere seguir, la va a tener difícil con los sueldos mínimos, mujer y en esa época, que por lo que se vio, no había ninguna estudiando)

 

En definitiva, utilizar lo bizarro para todos los permitidos que antojen, absurdos cubriendo morbos muy oscuros, una suerte más allá de todo lo posible para que Bella se muestre como libre y pueda hacer lo que quiera y un humor que se aleja de mi comprensión cuando se estrella con bolas de gases gástricos de un médico torturado desde la infancia por un padre sádico… ¿Volvemos a legitimar los horrores de los fenómenos de circo, el costoso envoltorio de glamour hollywoodense, lo hace digerible, es válido todo lo que es hermoso y entretiene?

No.

Con los que quieren hacernos creer que Sherezade -de Las mil y una noches- es una historia de amor, ya tuvimos suficientes espejitos de colores.


viernes, 10 de noviembre de 2023

Epístola indignada (Educación en peligro)


A todo dirigente político, a la presidencia actual de mi país,[1]

a las que precedieron y advendrán

S / D

Un maestro es saber hacer lo impensable, lo inaudito;

es enseñar a que otros aprendan a aprender;

es educar a todos: los que serán líderes justos, obreros dignificados, ciudadanos democráticos, personas íntegras, al médico que cura el cáncer y al barrendero que mantiene la higiene de las calzadas para que los desagües no inunden la ciudad, y también a ustedes, integrantes de la presidencia, de la dirigencia, del gobierno;

es brindar alas de vuelos verdaderos -no como los de Ícaro o los mediáticos del minuto-;

es un motor que moviliza, que logra en los otros: lo mejor, incluso lo que ni siquiera se sospecha que existe;

es una profesión que asumió el desborde de curiosidad ya que lo abarca todo, es la profesión que va a iniciar a las otras profesiones, es un arte virtuoso.

 

Requiere habilidad de saber enseñar, formación permanente, cultura y saberes que superen los generales, predisposición y gusto por la diversidad y el cambio, paciencia y escucha activa, ejemplo de buenos modales y conducta, sensibilidad, empatía y equilibrio. 

Comprendo, y acuerdo, pero, ¿por qué me exigen ser pobre y que mi familia también elija serlo?, ¿por qué debo prescindir de un libro, un cine, un teatro si necesito zapatos?, ¿por qué si cuento con todas las habilidades, capacidades y aptitudes necesarias para ser un muy buen maestro, me hacen sentir que las desperdicio al no seguir una profesión lucrativa?

La sacrificada vocación que nos demandan corresponde a su inicio religioso, cuando surgió de la iglesia, de los sacerdotes, de los clérigos, personas de fe que enseñaron la Biblia porque accedió al pueblo gracias a la imprenta–primero con los protestantes, luego con los católicos–, ellos tenían vocación, y el salario no ingresaba en la ecuación piadosa. Tiempo demandó ser oficio y aún más ser considerada una profesión.

Por lo tanto, establecida la importancia, pero, asimismo, visto y escuchado el desprestigio al que apelan, la deferencia con la que estiman nuestros sueldos, informo que:

–No quiero que me subestimen con la muletilla de las cuatro horas y las vacaciones de tres meses. Están hablando con una buena maestra que se enoja / entristece cuando escucha esas mentiras y que tiene una familia que sufrió su ‹‹profesión››, y tal como ese médico al cual recurren cuando se sienten enfermos o al abogado por un problema legal muy serio o a la diseñadora de alta costura para un traje de novia, es decir: cuando quieren lo mejor y asumen el costo; también quiero ingresar en ese rango de expertos bien pagos. Y no solo porque nos enteramos que en las escuelas a las que asiste su progenie, la cuota mensual –sin agregados de uniformes, comedor, transporte y tantos varios– supera con creces el salario mensual de un docente estatal, y la infraestructura de una de sus aulas supera un edificio escolar –imposible comparar los campos de deportes, los salones de actos, los… los… de lujo y tecnología– , la solución es evidente: envíen a sus hijos y nietos a las escuelas del estado, esas escuelas de las que ustedes deben ser responsables. Y por ley, para que no se pueda eludir, al menos, legalmente.  Seguro que así las escuelas estatales van a estar a la altura y necesidad de todos los hijos.

–No quiero que me endilguen tareas y funciones que me alejan del tiempo de enseñanza y aprendizaje, no quiero enfermarme ni paralizarme en la queja, ni formaciones academicistas que se agotan en un aporte reflexivo. No soy médico, ni asistente social, ni cocinera, ni psicóloga, ni agente de seguridad, ni terapeuta, ni enfermera, ni abogada, ni electricista, ni pintora, ni albañil, ni mendiga, ni víctima. Y no, no tengo súper poderes porque si para ser maestra, se requiere haber recibido ‹‹el llamado divino de la vocación›› y ser una especie de heroína altruista, con dedicación absoluta, sin familia y devota…

–No quiero ser maltratada porque la violencia es impune.

–No quiero quedarme fuera de horario porque los padres no retiran a sus hijos. Los chicos se sienten desamparados, olvidados y  aunque fuera una sola vez para ellos, se suma a las veces de los otros (permítanme un momento libelo y variopinto de excusas escuchadas: ‹‹yo también estoy trabajando››, ‹‹me quedé dormido en la siesta››, ‹‹me peleé con mi novio y no fue a buscarlo››, ‹‹creí que le tocaba al padre, abuelo, tío, primo…››, ‹‹se me olvidó la hora por la telenovela››, ‹‹fueron a los penales››, ‹‹el colectivo siempre se demora››, ‹‹fui primero a buscar al hermano››, ‹‹me quedé tomando un café con un amigo que no veía hace años››, ‹‹tenía turno en el dentista››, ‹‹seño, es que vino el novio de viaje››, no avanzo en la que brindan los nenes porque son dolorosas y máxime cuando ya están adiestrados a que los olviden). Ni mencionar si la demora de otros nos acarrea retirar tarde a los nuestros, y debemos localizar y movilizar al más alejado de la parentela, al más solícito de nuestros vecinos para que esto no ocurra y vaya urgente a buscar a nuestros hijos. Porque no, no y no: los chicos no se acostumbran a ser olvidados, no deben acostumbrarse a ser olvidados, es despiadado.

–No quiero permanecer refugiada en la comisaría hasta la noche porque la escuela no es un sitio seguro y la familia no fue a retirar su hijo.

–No quiero solucionar los problemas de la sociedad, ni ser oídos cautivos de cualquiera que se crea con derechos para usar nuestro tiempo en su catarsis.

–No quiero prohibir a los chicos correr en el patio porque pueden tropezar y caerse, y luego debo enfrentar la furia de padres ineptos que me agreden porque se accidentó jugando o aún más terrible: exigen castigos y penas al ‹‹culpable››, un culpable de ser chico a igual que su hijo, ambos desesperados por jugar.

–No quiero que reduzcan la educación inclusiva a buenas voluntades que no discriminen.

–No quiero que la avaricia, la especulación, la corrupción y el oportunismo sometan a un futuro ignorante a mi amado país. No se ahorra en Educación.

 

Y, por último, en miramiento a lo dicho: transparenten sus ingresos, viáticos, beneficios, regalías, excepciones y comodidades con tanta soltura como publican los nuestros.

Sírvanse por notificados.

Atte.

Educadora Indignada con toques alarmantes de impotencia.



[1] Disculpas por los plagios que utilicé en esta carta a mis propios escritos, pero era necesario ratificar mi encono con la coherencia de los mismos argumentos. Repetir, repetir, repetir, ¿y, qué algo quede?

sábado, 11 de marzo de 2023

En defensa del piropo

En defensa del piropo


El soltar la correa de siglos / milenios no ha sido simple, siempre estoy agradecida y mucho a esas mujeres que me precedieron y han posibilitado mi hoy. Sabemos que no vamos ni queremos regresar pero también me niego a que en afán de evitar retrocesos, envilezcamos hasta lo bello, lo que nos hacía bien.
El piropo es un halago, una frase ingeniosa que elogia nuestras cualidades, nuestra belleza.  Nunca fue necesario lucir la hermosura de catálogo, sólo bastaba que el piropeador encontrara eso que nos hace únicas, bellas y perfectas al ojo de quien gustamos. Lógico, siempre con un poquito de exagerada apreciación. ¡Qué zalamero!- se supo decir allá lejos en tono de coqueto rubor al que propiciaba esas galanterías tan encantadoras.  
La frase vulgar, ordinaria, agresiva en nada tiene que ver; su violencia y cobarde impunidad ha logrado arrastrar al hermoso piropo. ¿Acaso, comparamos el amor con la violencia de pareja? ¿La caricia con el golpe?
He padecido como cualquier humano esas especies horribles y sátiras; incluso de mujeres pero, ¿con qué criterio de injusticia se trivializa la diferencia? ¿Soy la única que advierte que al desaparecer el piropo, han avanzado estas viles verbalizaciones?

Entonces, por favor, comencemos a equilibrar.

No debe ser simple decir un piropo a una extraña que ven en la calle, someterse al juicio externo, a la posibilidad incluso de ser mirado con desdén; y ahora, ¿esa valentía, propia de siglos de cortejo, se envilece comparándola con las expresiones de esos patanes abusivos y cobardes que utilizan cualquier oportunidad para entronarse e insultar?



              Reitero: me niego. 
           Hace no tanto me dijeron que era una de las últimas generaciones que no sentía miedo ante una mirada o el comentario cordial de un extraño; y debo confesar que lo estoy perdiendo. Estoy comenzando a ser aprensiva, a replegarme en cierta pavura y desconfianza. Aferro lo que llevo en la mano si advierto a alguien cerca, ¿en esas estamos? ¿Así seguirá? 
   
          Y en presencia del miedo que nos corroe hasta llevarnos a sospechar de una mirada, ¿qué se esconde? Porque si esos muchachos y hombres educados se encuentran en la disyuntiva de parecer atrevidos o acosadores al intentar acercarse a una chica, a una mujer, ¿cómo lograrán conversar, aproximarse, sin abusar, sin invadir? Sabemos que la presencia del miedo es utilizada por los aprovechadores, un  "algo así" como un terreno fértil pero, ¿para quién? Por eso mi candidez al intentar defender el piropo, siento que su ausencia establece parámetros en que una sutil paranoia siembra a su antojo.


           Sin excluir al clásico del ángel que cayó del cielo o las usuales rimas tan bonitas y como es bien sabido: no siempre es lo que se dice sino el tono de voz, aporto los que han sobrevivido a mi desaparecida memoria sin acción, lo cual, creo que es más que mérito para incluirlos:
-           
               * Al pasear con mi dálmata, como no llevábamos correa, cuando se alejaba, yo daba uno o dos aplausos (mi voz es una completa inutilidad en espacios abiertos o distancias mayores a dos metros) y él regresaba. Una tarde me encontraba enfrente de un predio en el parque, aplaudo para llamarlo, y me responde una andanada de aplausos. Provenían de unos muchachos que se encontraban jugando al fútbol y se detuvieron para aplaudirme… ¿No es bello? Puedo sincerarme e indicar que me sonrojé pero no paraba de sonreír.

-                  *Iba caminando por la explanada al lado del río, se aproximan tres adolescentes, se iban acercando. Cierta aprensión en esta época de robos me hizo sentir a la defensiva y uno de ellos me dice: “Señora, usted es el sueño del pibe”. Me dio vergüenza haber desconfiado, es hasta triste, ¿no?

-                 *      Unos señores trabajadores conversaban y uno de ellos me dice: “¡Pensar que existe un hombre muy afortunado que puede estar con vos!”


-                 El mejor, más efusivo, original  y genuino me lo dijo mi amor, y como todo lo privado, sabrán comprender que lo reserve.

Invito a que aporten los mejores y más bellos piropos que han recibido o han ofrecido.

¡En defensa del piropo!
Muchas gracias.



Estupidez muy peligrosa

  Estupidez muy peligrosa   Todos sabemos que Mary Shelley creó un personaje con una ciencia que no existía ni existe, se le disculpa po...